martes, 28 de septiembre de 2010

Inframundo

La vida siempre cuelga de un hilo muy fino de color rojo. Tres hermanas se dedican a acabar con la vida de las personas, su labor la cumplen con una simple tijera,a parte que juegan con ellas.
Esas almas se van a un río Aqueronte ,que recorre un esqueleto con una larga capa con capucha, en una balsa llamado Caronte, quien cobraba por el pasaje un óbolo, que es una pequeña moneda que ponían bajo la lengua del difunto sus piadosos familiares.


Martirio que lo pago en vida, el brillo de mis ojos se van apagando de a poco, volviendose opacos.
Mi rostro se vuelve inexpresivo, y pálido. El corazón comienza a dejar a latir cada vez mas despacio, produciendo que mi cuerpo se tornara frío, por la falta de sangre. No poder mover ningún musculo estando tirada en una calle, mientras todos pasan a tu lado, observando como te vas desmoronando lentamente. Destruyendo a cada persona que se me acerque, o toque. Morir pronto seria agradable, estando en el purgatorio, mirando las alamas en pana sufrir.Yo al estar ahí no siento nada, para mi cuerpo eso no es sufrimiento,era placentero sentir aquel dolor.


La tolerancia ya no existe en mi, solo hay desprecio hacia la vida. El aura se tiñe de color negro y rojo carmesí. Aquel delicioso elixir de la vida que es derramada tras la muerte, eso comencé a pensar desde aquel día...


Sí,un día el mal se hace presente en carne y hueso ante mis ojos opacos y sin vida, que se detenían a mirar sus hermosos y diabolicos ojos rojos, dibujando una sonrisa engreída, y una postura un poco altanera toco mi rostro cansada, y él suelta una carcajada.


Oh mi querida niña ingenua, que hermosa vida hemos llevado hasta el momento -continuaba acariciando mi cara delicadamente, mientras que yo hipnotizada por su perfectas facciones, y pálida piel que era similar a la porcelana, y hacían que sus labios y ojos rojizos resaltaran mas.
Era hermoso pero su aura me repugnaba, al igual que la mía. Bueno después de todo el era parte de mi, no tendría por que sorprenderme- ¿Te has dado cuenta de la cantidad de tiempo que estoy en tu interior?, tu vida es tan simple y fácil de manipular y tan inconstante el palpitar de tu corazón -desliza su mano por mi cuello, hasta llegar al lado izquierdo de mi pecho, y hizo presión en el. Me era bastante complicado mantener un ritmo de respiración, pero cada segundo que pasaba menos me importaba. Era agradable la idea de perder la vida en cualquier instante, en mi rostro mostré una triste sonrisa, aquel hombre solo podía reír, con unas de sus manos se dirigió a mi cuello y con sus finas y delgados dedos hizo varias marcas, y salían pequeñas gotas de sangre.


Me quedo mirando mientras yo cambiaba de opinión respecto al dolor, estaba disfrutando aquella agonía, ya no era tan desesperante, era de lo mas normal. Al darse cuenta me soltó, ya caí al suelo con la respiración agitada, y rompió el silencio.


Que lastima, todo esto ha pedido la gracia. Era más agradable y divertido cuando llorabas y rogabas para que me detuviera. Pero veo que ahora te agrada...Eres realmente sorprendente. -suelta una risa, da media vuelta y desaparece- Pero esta no sera la ultima vez que nos veamos, eso te lo aseguro niñita. -eso resonó como un eco en mi cabeza, y ha estado grabado en mi mente siempre, a la defensiva por si vuelve a aparecer, y estar preparada- 



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