lunes, 18 de octubre de 2010

Oscuridad

Escape de mi hogar para ir a un lugar donde no tuviera contacto humano.La noche era fría y oscura, no se veía ningún alma en las calles, no había ninguna luz encendida solo el brillo de la luna llena que iluminaba todo los rincones de la ciudad. Debido al resplandor de la luna todo se volvía color gris.

Mi piel estaba más blanca debido al frío; desde una montaña baja un caballo negro, con un nombre vestido con ropas oscuras y en su chaqueta resaltaba una bella rosa roja.Se me acerca y me dice unas palabras en latín.
Se dio cuenta que no le entendí y hizo unas señas, diciendo que subiera al carruaje. Asentí con la cabeza, y le indique hacia el norte donde se encontraba un cementerio,me miro un tanto espantado pero omitió cualquier tipo de comentario, tomó las riendas y nos dirigimos al lugar. Mientras avanzábamos observaba el paisaje que era todo color gris, precioso pero tenebroso.Solo se podía oír el viento soplar con gran fuerza, el sonido del caballo , y mi corazón acelerado, estaba inquieto desde varios días no comprendo el porque, aunque poca atención le preste. Por la ventanilla contemplaba una lluvia muy fina, era tan cristalina, mi ojos se maravillaban ante aquellas gotas que de a poco se convertían de color carmesí. El hombre que iba adelante, hablo y era extraño por que le entendí. -Esto es un mal augurio-  El cielo cambio de color, no era gris se puso de color negro, ni luna ni estrellas habían en ese extraño cielo. Continuaba cayendo gotas ahora con más fuerza, unos faroles que están flotando iluminando nuestro camino hasta el cementerio, una neblina espesa creada una atmósfera espeluznante.


Una melodía melancólica se escuchaba con más fuerzas mientras más nos acercábamos al cementerio.
Sus hermosos mausoleos se veían a lo lejos, perfectas obras de artes, maravilla de arquitectura. Eran de mármol blanco, pero de a poco se iban tiñendo de rojo  debido a las gotas que caían del cielo.
En el camino habían pétalos de rosas marchitas proclamando la muerte de cada persona que se acercara aquel lugar, cuerpo repugnantes en la orillas. 


Las ruedas del carruaje producían un chirrido agudo, mi cuerpo temblaba al ver una sombra a mi lado, no era mía era de un hombre que desconocía.  En el oscuro cielo dos destellos aparecieron, una roja y otra celeste.
Mire detenidamente la luz rojiza que era más brillante que la otra, pero de un momento a otro desapareció.
Al igual que todo lo que se encontraba a mi alrededor, encontrándome en un lugar vacío del color negro, sin nada solo el débil palpitar de mi corazón destrozado que aun era capaz de funcionar, pero que me producía un dolor inmenso. Deseándome una muerte rápida para poder olvidar aquel sentimiento que con el pasar de las horas, me destruye más y más. 

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